A veces me pregunto si soy una buena persona.
Un buen hijo.
Un buen trabajador.
Un buen estudiante.
Un buen novio.
Un buen cristiano.
Es ahí cuando digo "se el reflejo de lo que quieres ser, o en su caso, lo que eres", y lo tengo presente como meta, porque no quiero ser nadie más que yo. Todos los demás puestos ya están ocupados.
Con ésto en mi corazón, camino por la vida conociendo personas que me dicen ser buenos novios, buenos trabajadores, buenos cristianos, quienes de buenas a primeras, a mi parecer, no hacen honor a tales declaraciones.
Jóvenes que pregonan ser buenos cristianos y les ves buenas maneras practicando de lleno el bullying con temática obscena. Jóvenes que buscan puntos débiles en el trabajo ajeno para criticarle mordazmente y restregar a otros que tienen en sus manos las mejores herramientas y conocimientos. Jóvenes quienes por un lado prometen a chicas ser buenos novios, mientras que por el otro lo único de lo que alardean con sus colegas es que ya tendrán "un cuerpo en que dormir". Jóvenes con puntos de vista machistas y misóginos aún para este siglo. Pero eso sí, se jactan de no ser blasfemos ni de ser adictos.
He de aceptar que puedo hablar de una forma no muy sana, porque suelo blasfemar casi en cada frase, mal hábito adoptado durante el tiempo en que me alejé de Dios; y ciertamente suelo beber cerveza en ocasiones, no al punto de la embriaguez, puesto que cuando lo hago es solo para tener un punto en común para entablar convivencia. La biblia como tal no prohíbe al cristiano el consumo del alcohol, mas es cierto que ésta llama al creyente a evitar la embriaguez, el permitir que el cuerpo sea "dominado" por cualquier cosa.
En tal caso, tal vez no sea la mejor persona que exista en el mundo, pero sinceramente estoy satisfecho conmigo mismo.